Alimentación complementaria

Durante los primeros 6 meses de vida, los bebés se alimentan con lactancia materna o en su defecto con una fórmula adaptada. Ambas opciones cubren las necesidades nutricionales permitiendo el crecimiento y desarrollo. 

 

La introducción de alimentos distintos a la leche se iniciará de manera gradual, a partir de los 4-6 meses, en los niños con lactancia mixta o artificial y, a partir de los 6 meses, en los niños con lactancia materna exclusiva continuando, si se desea, con la lactancia materna a demanda.

No existe evidencia sobre cuál debe ser el primer alimento a introducir. Se debe individualizar cada caso en función de la situación de cada paciente y de las preferencias familiares. Cualquier grupo alimentario puede ser elegido, exceptuando los que sean demasiado duros y exigen masticación (como turrones y frutas secas).

 

La ESPGHAN (European Society for Paediatric Gastroenterology Hepatology and Nutrition) recomendó introducir los cereales con gluten (trigo, avena, centeno o cebada) no antes de los 4 meses y no después de los 7 meses. No hay evidencia de introducción temprana y mayor incidencia de enfermedad celíaca.

Las frutas y verduras se ofrecerán normalmente maduras y trituradas en forma de papilla. En las últimas recomendaciones, no se aconseja retrasar las frutas potencialmente más alergénicas (kiwi, durazno, frutillas…), ya que no se ha demostrado que prevengan la alergia e, incluso, pueden mejorar la tolerancia. 

Para la introducción de verduras, ofrecer en forma de puré evitando, al inicio, las verduras de sabores fuertes (ajo, cebolla, espárragos…). Evitar las verduras con alto contenido en nitratos (espinacas, acelgas…) en los menores de 12 meses, por riesgo de metahemoglobinemia, fundamentalmente si se usan en forma casi exclusiva como en una dieta vegetariana o vegana.

La introducción de carne a partir de los 6 meses, (vaca, cerdo y aves), cortado en trozos muy pequeños, puede ofrecerse puro o mezclado en puré de verduras, evitando el consumo de las vísceras hasta que sean mayores (por el consumo de grasas, pero fundamentalmente por el riesgo de contaminación en parásitos u hormonas). Evitar el consumo de caza en menores de 6 años, por el contenido en plomo, ya que puede producir daños neuronales.

En cuanto al pescado, es preferible comenzar con pescado blanco (merluza,lenguado…) e introducir el pescado azul (salmón) a partir de los 12-15 meses, con un máximo de 1 vez por semana para evitar la acumulación de mercurio, que puede perjudicar el sistema nervioso en vías de desarrollo de los niños pequeños. Evitar el consumo de pez espada, cazón,  y atún fresco en menores de 3 años, así como el consumo de marisco por su contenido en cadmio.

El huevo puede introducirse entero cocido, de manera precoz, una vez iniciada la diversificación alimentaria. No se ha demostrado que retrasar la introducción del huevo se prevenga la aparición de alergia y dermatitis atópica, e incluso podría aumentarla.

Se recomienda no ofrecer miel hasta que superen los dos años de vida por el riesgo de botulismo.

La elección de con qué empezar en cada caso, se optará según las costumbres familiares, estado nutricional y la maduración del niño. La introducción será progresiva, ofreciendo un alimento a la vez las veces necesarias hasta asegurar tolerancia, que lo acepte y lo incorpore acostumbrándose a los sabores. 

El objetivo final consiste que a los dos años de vida el niño practique un desayuno, almuerzo, merienda y cena, con menú parecido al del resto de la familia. 

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