El asma es la enfermedad crónica más frecuente de la infancia y una causa importante de consultas de infantes en el medio ambulatorio, internaciones y ausentismo escolar. A pesar de los avances en el conocimiento fisiopatológico y terapéutico, persisten desafíos significativos para el diagnóstico en los menores de 6 años, grupo etario en el cual los síntomas respiratorios son frecuentes y a menudo inespecíficos.
En esta población, la presencia recurrente de sibilancias, tos persistente o disnea plantea interrogantes diagnósticos que deben resolverse en un marco de incertidumbre clínica. A la falta de herramientas diagnósticas objetivas como la espirometría, se suman múltiples entidades diferenciales y una alta variabilidad en los cursos clínicos, lo que conlleva a sobrediagnósticos, subdiagnósticos o tratamientos inadecuados.
Frente a este escenario, la reciente Guía de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) propone un abordaje actualizado basado en la mejor evidencia disponible, buscando sistematizar la evaluación de los niños sibilantes y brindar herramientas clínicas que ayuden a ordenar el proceso diagnóstico en este grupo complejo.
Este documento busca introducir las principales dificultades inherentes al diagnóstico de asma en menores de 6 años, situando el problema dentro de un contexto epidemiológico y clínico, e insinuando la necesidad de estrategias específicas para mejorar la precisión diagnóstica y el abordaje integral de estos pacientes.
La falta de pruebas funcionales confiables. En menores de 6 años no se pueden realizar espirometrías confiables, lo que impide medir la obstrucción bronquial y confirmar reversibilidad. Esto limita la confirmación objetiva del diagnóstico.
La sintomatología es inespecífica y muy frecuente en estas edades. Las sibilancias y la tos son comunes en esta etapa del desarrollo, muchas veces asociados a infecciones virales. Esto puede conducir tanto a sobrediagnóstico como a subdiagnóstico.
La heterogeneidad de los fenotipos en preescolares. Existen distintos fenotipos de sibilancias (transitorias, persistentes, inducidas por virus) en menores de 6 años. No todos estos niños desarrollarán asma persistente, lo que dificulta decisiones terapéuticas tempranas.
Ausencia de biomarcadores accesibles. Los biomarcadores como FeNO (fracción axhalada de óxido nítrico), eosinofilia y el dosaje de IgE no están siempre disponibles en la práctica pediátrica diaria, pero fundamentalmente su utilidad en este grupo etario aún es incierta.
Dependencia del juicio clínico. El diagnóstico se basa principalmente en la repetición de síntomas y buena respuesta a broncodilatadores. Esto requiere seguimiento y experiencia clínica, algo difícil en entornos con atención fragmentada.
Diagnósticos diferenciales frecuentes. Debe diferenciarse de bronquiolitis, aspiración de cuerpo extraño, displasia broncopulmonar, reflujo gastroesofágico y malformaciones. Esto implica muchas veces evaluación interdisciplinaria.
Frente a las múltiples dificultades diagnósticas que presenta el asma en menores de 6 años, es necesario adoptar un enfoque clínico más sistemático, longitudinal y centrado en el seguimiento evolutivo del paciente. La decisión diagnóstica no puede basarse en eventos aislados, sino en la recurrencia de síntomas, la respuesta terapéutica y la exclusión razonada de diagnósticos alternativos.
La implementación de algoritmos clínicos adaptados en las primeras edades, combinados con el juicio clínico experimentado, puede ayudar a reducir el sobrediagnóstico y, a la vez, evitar retrasos terapéuticos en aquellos niños que realmente presentan asma. Asimismo, es imprescindible reforzar el rol del profesional como integrador de la información longitudinal y promotor de un seguimiento continuo, especialmente en sistemas de salud fragmentados.
Desde una perspectiva académica y de salud pública, resulta urgente el desarrollo de estudios de cohortes bien diseñados que permitan identificar biomarcadores clínicos, funcionales o moleculares de valor diagnóstico en esta población. Además, se requieren investigaciones que validen herramientas accesibles y reproducibles en contextos reales de atención pediátrica ambulatoria.
Finalmente, la formación médica continua en asma infantil debe reforzar la comprensión de los fenotipos clínicos, la variabilidad evolutiva y las estrategias diagnósticas más costo-efectivas, de modo tal que se pueda brindar una atención más precisa, eficiente y centrada en el paciente desde los primeros años de vida.
Extraído y resumido de Sociedad Argentina de Pediatría. Guía de práctica clínica: asma en pediatría. Buenos Aires: SAP; 2024. 68 p.