La identidad de género (IG) se define como la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, en el que sobre la base de las características biológicas se asigna el sexo del recién nacido/a. La mayoría de las personas construyen su IG acorde a esta asignación y a su crianza. Aquellos niños, niñas y adolescentes que poseen una IG que no coincide con su sexo biológico pueden sentir disconformidad con el género asignado y reconocerse como personas transgénero, travestis o no binarias.
El reconocimiento de la IG comienza entre los tres y cinco años de edad, y se intensifica en la adolescencia. Existe poca información sobre la cantidad de niños y niñas en los que la disconformidad de género (DG) persiste en la vida adulta. La mayoría (75-80 %) de los niños y niñas prepuberales que dicen sentirse no conformes con el sexo asignado al nacimiento no seguirán experimentando este sentimiento al llegar a la pubertad. Sin embargo, si la DG continúa luego del inicio de la pubertad, es muy probable que se mantenga en la edad adulta.
Los y las adolescentes que deseen realizar una transición hacia el género autopercibido podrán solicitar la inhibición de la pubertad, acompañando la firma del consentimiento informado (Ley 26743 de Identidad de Género, sancionada en Argentina en el año 2012, art. 11). La resolución 3159/19 establece una cobertura del 100 % en insumos para hormonización, incluida la medicación utilizada para la inhibición del desarrollo puberal.
La intervención médica de forma precoz mediante la supresión del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal (HHG) con el tratamiento con aGnRH (análogos de hormona STH), como triptorelina o leuprolide, permite prevenir los sentimientos de angustia o incomodidad que pudieran surgir asociados al desarrollo de los caracteres sexuales secundarios propios del sexo asignado al nacer. Esto favorece una adaptación psicosocial más adecuada, al atravesar un período de transición para vivir y ser aceptado/a como una persona del género deseado, y les permite a los y las adolescentes disponer de tiempo para la exploración de su identidad.
El uso de los aGnRH produce una regresión o detención de los cambios puberales en función del nivel de desarrollo que presenten al momento de inicio del tratamiento. Por tal motivo, se recomienda comenzar la supresión en etapas tempranas del desarrollo puberal, durante el estadío de Tanner II, a fin de evitar la aparición de cambios corporales irreversibles.
Durante el tratamiento con aGnRH en adolescentes transgénero mujeres, se logra el cese de las erecciones, se detiene la virilización y disminuye el volumen testicular. Si el tratamiento se inicia con la pubertad avanzada, no se logra la reversión de algunas características, como la prominencia de la nuez de Adán, la voz grave, la configuración ósea masculina (mandíbula grande, pies y manos grandes, estatura alta) y el patrón del vello masculino en la cara y en las extremidades. En cuanto al tiempo de tratamiento con aGnRH, algunos autores proponen mantenerlo 6 meses y luego asociar un antiandrógeno (espironolactona o acetato de ciproterona) al tratamiento de hormonización cruzada con estrógenos. Otros sugieren que el análogo sea mantenido de por vida o hasta la gonadectomia en las mujeres transgénero, debido a que las dosis de estrógenos necesarias para suprimir los niveles de testosterona son muy altas, lo que implica un alto riesgo de efectos secundarios, como por ejemplo tromboembolismo.
En adolescentes transgénero varones, el tejido mamario se vuelve atrófico y se inhiben los ciclos menstruales, llevando a la amenorrea. Se suele continuar con el bloqueo del eje HHG durante los primeros 6 a 12 meses de iniciado el tratamiento de hormonización cruzada con testosterona, momento en el cual las concentraciones de testosterona son lo suficientemente altas como para inhibir la secreción endógena de estrógenos.
Se logra mejor inhibición con el uso de aGnRH de administración mensual por vía intramuscular. En caso de que no se logre suprimir por completo el eje gonadal, es posible acortar el intervalo de administración para lograr mayor efectividad.
Los aGnRH se consideran medicamentos seguros, ya que, como se ha mencionado, existen pocos efectos adversos relacionados con ellos. Se ha observado aumento de la masa grasa y disminución de la masa magra, hipertensión arterial, aparición de sofocos, fatiga y alteraciones del humor como consecuencia de la supresión de la pubertad si el tratamiento es tardío, pero son excepcionales si el bloqueo es precoz. Dado que la pubertad es un momento crítico para la adquisición de la masa ósea, ha sido descripto también un efecto negativo sobre la mineralización ósea, con mejoría tras iniciar la terapia con hormonas sexuales. No han sido descriptas modificaciones en el perfil lipoproteico, insulina, glucosa, función hepática y renal.
Resumido de Comité Nacional de Endocrinología. Tratamiento con análogos de la hormona liberadora de gonadotrofinas (aGnRH) en niñas, niños y adolescentes. Arch Argent Pediatr 2022;120(1):S1-S8.
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