Las causas más frecuentes de obstrucción de la vía aérea en niños son las laringitis (crup viral), las traqueítis bacterianas, la epiglotitis (casi inexistente desde la incorporación de las vacunas contra tos convulsa y Haemophilus), la anafilaxia, el angioedema hereditario y los accidentes como la aspiración de un cuerpo extraño, gases, ahogamiento o traumatismo toráxico. La clínica de cada una puede ser muy variable, pero todas coinciden en la presencia de un síntoma: el estridor laríngeo, de timbre agudo y áspero; inspiratorio, espiratorio o mixto; asociado o no a tos perruna y disfonía).
Entre las etiologías mencionadas, las más prevalentes en los niños son las laringitis virales (por parainfluenza, influenza, virus sincicial respiratorio o adenovirus).
Si bien en el momento de presentación del estridor puede no haber repercusión sobre la función respiratoria, este signo obliga a evaluar cuidadosamente la dinámica respiratoria porque, aunque es poco frecuente, puede estar severamente afectada.
Entonces, el primer paso de la evaluación será valorar el compromiso respiratorio, incluso en el contacto telefónico. El médico de atención primaria deberá citar y dejar en observación a los niños que presenten: estridor en reposo, progresión rápida de los síntomas (menos de 12 horas), intolerancia oral a bebidas o comidas, alteraciones de la vía aérea conocidas previamente, episodios de crup previos (moderados a severos), enfermedades previas (respiratorias crónicas o neuromusculares) y preocupación excesiva de los padres.
Los niños con compromiso leve pueden manejarse en su domicilio. Se diseñaron diferentes sistemas para la evaluación de la gravedad del crup, y muchos de ellos están validados. Uno de los más conocidos es el sistema Westley para la evaluación de las laringitis (<3 es leve, >7 es grave) que pondera la presencia o ausencia de estridor, entrada torácica del aire, retracción de la pared torácica, cianosis o palidez de piel y estado mental (la retracción de la pared y la entrada de aire son las variables de mayor predicción de hospitalización).
La evaluación de este problema requiere de mucha atención, porque la desaparición del estridor puede significar empeoramiento respiratorio. Básicamente se deben tener en cuenta tres aspectos del niño:
- La respiración: evaluar trabajo torácico (taquipnea, tiraje intercostal, aleteo nasal) y ruidos respiratorios (estridores, disfonía, tos, quejidos, sibilancias, rales, murmullo vesicular).
- La circulación: observar si hay palidez de piel, livideces, cutis marmorata o cianosis.
- El estado mental: reactividad, consolabilidad, tolerancia a las comidas y bebidas, tono muscular y llanto o lenguaje.
De la sumatoria de los tres dominios se podrá hacer la siguiente valoración:
Apariencia | Respiración | Circulación | Localización |
Anormal | Normal | Normal | Afección Cerebral primaria |
Normal | Anormal | Normal | Dificultad respiratoria |
Anormal | Anormal | Normal | Falla respiratoria |
Normal | Normal | Anormal | Shock compensado |
Anormal | Normal | Anormal | Shock descompensado |
Anormal | Normal | Anormal | Paro cardio-respiratorio |
Ante la situación de gravedad es preciso colocar al niño en posición semisentada, abrir la vía aérea, ventilarlo con máscara o ambú de O2 al 100%, aspirar las secreciones, y luego proceder a evaluar las posibles causas etiológicas para iniciar el tratamiento específico.
En los casos del crup moderado o severo, además de las medidas de apoyo, se indican corticoides de forma sistémica. La dexametasona en dosis de 0.15 mg/kg (máximo 10 mg) demostró ser la más efectiva, la de más rápido inicio de acción y la que más disminuye las reconsultas a la central de emergencia, comparada con los demás corticoides. También se puede considerar la adrenalina, en dosis de 0.5 ml/kg de adrenalina 1:1000 (máximo 5 ml). Algunos expertos proponen administrar 5 ml independientemente del peso del niño. Está molécula es muy segura, aunque puede provocar taquicardia. Ofrece la ventaja de que actúa en 30 minutos, pero su acción disminuye a las 2 horas.
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