En momentos inauditos como los que vivimos estamos llamados a activar más que nunca los factores protectores de la salud. El trabajo continúa intenso, las vacaciones se ven muy lejanas, la pandemia va cambiando en sí misma pero nos sigue requiriendo con mucha concentración y energía.

¿Cómo sostenernos en estos momentos sin claudicar física y emocionalmente? ¿Qué factores podemos activar para sentirnos sostenidxs y poder descansar de los embates que día a día nos confrontan?

Quizás el primero que debamos reconocer y esgrimir sea el de poder poner límites. Por nuestra profesión tenemos vocación de servicio y no es extraño vernos trabajando como si estuviéramos en una cuerda sinfín, sin diferenciar los momentos del día. ¿Es sano eso para nosotros? ¿Nos damos el tiempo que necesitamos para recuperarnos? ¿Qué estamos haciendo para nosotros más allá de nuestra profesión?

Quizás si podemos reconocer nuestra vulnerabilidad, nuestra necesidad de descanso, de esparcimiento, de “no ser médicos” por un rato, podamos empezar a “sentipensar” qué cosas necesitamos.

¿Actividad física? ¿Descanso? ¿Ocio? ¿Dormir más? ¿De qué manera? ¿Encuentros con amigos/familia manteniendo los protocolos de cuidado? ¿Vacaciones… aunque no podamos tenerlas aún?

Reconocer aquello que necesitamos, aun cuando no lo podamos tener, nos va a permitir darnos algo, aunque sea un sustituto y reconocer el esfuerzo que hacemos por sostenernos. Cuando no nos registramos y seguimos dando nuestra energía como si nada ocurriese nos agotamos, nos abrumamos y aparece el sufrimiento.

Momentos inauditos requieren de estrategias inauditas, estrategias que pueden ser simplemente adoptar una mirada diferente a cosas cotidianas. Ponerle una consciencia diferente, o mejor dicho, hacerlas conscientes.

Van algunas ideas:

    • Sentir el sol en la piel como una caricia
    • Llevar un café a la plaza y mirar todo como si fuéramos turistas que pisan por primera vez ese lugar
    • Oler jazmines y tratar de describirnos a nosotros mismxs cómo es el olor
    • Salir a caminar intentando reconocer todos los sonidos de alrededor
    • Caminar descalzxs en el pasto e imaginar que en cada pisada soltamos a través de los pies lo que ya no queremos en nuestras vidas
    • Dar una vuelta manzana mirando los árboles de las cuadras y tratar de reconocer las aves que aparecen
    • Tomar un baño de inmersión con avena que suaviza la piel o con sales con olor a lavanda que relajan
    • Mirarnos frente al espejo, reconocer nuestro esfuerzo, abrazarnos
    • Ser los adultxs que necesitamos cuando fuimos niñxs…

Hay miles… ¿cuáles se te ocurren?

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