Al reconocer los obstáculos y las lagunas de conocimiento en este campo, una Comisión de expertos internacionales viene trabajando desde el 2022 para intentar cambiar nuestra forma de pensar la obesidad.
Al proporcionar una nueva definición y marco de diagnóstico, la Comisión identifica cuándo la obesidad es un factor de riesgo (obesidad preclínica) y cuándo representa una enfermedad independiente (obesidad clínica).
La Comisión, dirigida por el Dr F Rubino (Kings College Londres, Reino Unido), nació del reconocimiento de que, a pesar de que la obesidad afecta a casi una octava parte de la población mundial,
no se ha alcanzado un consenso global sobre la clasificación y definición de la obesidad.
Las personas que viven con obesidad tienen diferentes perfiles y necesidades de salud, pero a menudo se las analiza como una entidad única, definida por un solo parámetro (IMC), o no se analizan en absoluto.
Esta colaboración implicó reuniones periódicas, durante las cuales se compartieron una variedad de opiniones, pensamientos y experiencias de vida para impulsar a la Comisión.
La nueva definición, basada en evidencia, distingue:
La “obesidad clínica“, una enfermedad sistémica crónica causada directamente por el exceso de adiposidad y
La “obesidad preclínica“, una condición de exceso de adiposidad sin disfunción orgánica actual ni limitaciones en las actividades diarias, pero con una mayor salud futura.
Dadas las limitaciones del IMC, la Comisión utiliza otras medidas del tamaño corporal:
Circunferencia de la cintura,
Relación cintura-cadera
Relación cintura-altura, además del IMC, para definir el estado de obesidad.
La igualdad de acceso a la atención sigue siendo una cuestión mundial importante, por lo que era vital desde el principio que los cambios propuestos por la Comisión pudieran usarse y aplicarse en una variedad de entornos y lugares.
El IMC es la referencia por su facilidad de uso sin necesidad de costosos recursos, por lo que las nuevas mediciones del tamaño corporal deberían ser igualmente fáciles de realizar.
Sin embargo, la necesidad de una evaluación médica más profunda de la obesidad podría aumentar la carga de trabajo y las presiones de tiempo sobre los trabajadores de la salud y, con ello, los costos.
Sin embargo, continuar con el actual marco de diagnóstico inexacto podría generar cargas y costos aún mayores, tanto para los sistemas de salud como para las personas que viven con obesidad.
La implementación de este nuevo marco de diagnóstico debería abrir las puertas a una gestión más accesible y eficaz de la obesidad.
Las políticas existentes para el acceso a la atención (es decir, cirugía o medicación) son inadecuadas y deben actualizarse para priorizar de manera rentable a las personas que más necesitan estas intervenciones.
Para aquellos clasificados como que viven con obesidad preclínica, la mitigación del riesgo será una prioridad clave.
Las personas con menores riesgos podrían tratarse principalmente mediante cambios en el estilo de vida; sin embargo, se necesita más trabajo para identificar a aquellos con mayor riesgo que podrían requerir intervención médica.
¿Cómo cambia este replanteamiento de la obesidad lo que sabemos sobre la epidemiología de la enfermedad?
Para empezar, los datos epidemiológicos actuales sobre la prevalencia de la obesidad, que se basan únicamente en el IMC, deben actualizarse para reflejar la obesidad como un espectro de presentaciones médicas.
Ya se están realizando auditorías preliminares de las bases de datos disponibles y sugieren que un número sustancial de personas con obesidad no cumple los criterios de obesidad clínica.
Sin embargo, estos análisis están limitados por el uso de datos históricos e incompletos.
Por lo tanto, las bases de datos deben incluir una imagen más completa del estado de atención médica del individuo.
Además, existe un margen sustancial para la estratificación de la obesidad clínica en diferentes subtipos, potencialmente en función de su presentación clínica o fisiopatología, lo que debería permitir un mejor manejo y comprensión.
Adoptar un enfoque nuevo y más preciso para la identificación de la obesidad y cambiar las percepciones sociales requerirá tiempo y esfuerzo, pero en el centro de estas propuestas está el objetivo de mejorar las vidas de las personas que viven con obesidad.
Ahora tenemos la oportunidad de transformar la atención de la obesidad, alejándonos de un sistema en el que los individuos son vistos bajo una sola etiqueta hacia un sistema que reconoce la salud y las necesidades únicas de cada persona.
Referencia:
Artículo extraído de: https://www.thelancet.com/journals/landia/article/PIIS2213-8587(25)00004-X/fulltext