Muchas mujeres concurren a consultas en el contexto de un control periódico. En este escenario, las mujeres son evaluadas con estudios para la detección precoz de enfermedades como por ejemplo el cáncer de mama y el cáncer de cuello uterino. Sin embargo, existen numerosas prácticas que NO están recomendadas en mujeres que consultan sin presentar síntomas para realizar una consulta preventiva, debido a que su beneficio no está documentado y se asocian a riesgos potenciales.
Cuando se decide implementar estudios en una población sana se debe contar con evidencia científica que muestre el beneficio de la detección precoz de patologías y debe ser claro que este beneficio supere el riesgo de diagnosticar o tratar por demás, es decir que no se deben implementar intervenciones que como consecuencia conlleven falsos diagnósticos, diagnósticos innecesarios (cuyo descubrimiento no mejora la salud de la persona), y posibles riesgos y daños por los mismos procedimientos y tratamientos.
Existe la idea de que la prevención no daña, sin embargo si se indican estudios en los que la balanza está inclinada hacia los riesgos y daños, la prevención puede traer consecuencias, mayores estudios, mayor angustia, mayor tratamiento.
Sobre la evidencia científica que se encuentra disponible actualmente la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA) elaboró un consenso acerca de determinadas prácticas frecuentemente realizadas en los controles de rutina que no han mostrado beneficios para la salud de la mujer y que presentan riesgos potenciales. Este consenso fue publicado por SOGIBA en su Revista de diciembre de 2021, volumen 100, número 1010, Screening en ginecología ¿Qué no tenemos que pedir?.
La recomendación de este consenso, que no ha sido modificada a septiembre de 2023, es la NO realización de las siguientes prácticas en mujeres sanas, asintomáticas y con un riesgo habitual, es decir sin condiciones o antecedentes que indiquen que tienen un riesgo aumentado para alguna de las patologías que se estudian a través de estas prácticas.
1- Colpospopía
2- Ecografía transvaginal
3- Marcadores tumorales
4- Estudios mamarios en mujeres menores de 40 años
5- Dosaje de vitamina D
6- DMO (densitometría ósea) antes de los 65 años
Se puede acceder al artículo completo dónde se detalla la evidencia evaluada para cada una de las prácticas mencionadas anteriormente en: http://www.sogiba.org.ar/Revista_SOGIBA_1010/index.html
El consenso fue coordinado por la Dra. Marina Lamm (ginecóloga del Hospital Italiano de Bs. As.) y los expertos que participaron fueron el Dr. Fernando Monge (ginecólogo del CEMIC), la Dra. Karin Kopitowski (médica de familia del Hospita Italiano de Bs. As), el Dr. Francisco Von Stecher (ginecólogo del CEMIC) y la Dra. Agustina Starvaggi (ginecóloga del Hospital Italiano de Bs. As.).
Estudios previamente mencionados
La colposcopía consiste en la observación por parte del médico a través de un colposcopio, que funciona como una lupa, del cuello uterino, para poder realizarlo se coloca un espéculo en la vagina, de forma similar a cuando se realiza la toma del papanicolau. Este estudio puede ser indicado por el médico si hay alteraciones en el resultado del papanicolau u otro examen de rastreo del cáncer de cuello uterino o cervical, si en el examen ginecológico el médico detecta alguna lesión, si hay síntomas como sangrado o flujo anormales o antecedentes de patología previa anogenital. En las mujeres asintomáticas, cuyo papanicolau es normal y con un examen pélvico normal, no se recomienda este estudio, dado que no se ha encontrado evidencia que demuestre disminuir la mortalidad por cáncer cervical, y existe el riesgo potencial de falsos diagnósticos e intervenciones y tratamientos innecesarios.
La ecografía transvaginal es un estudio que se realiza colocando un transductor, similar a un palillo, en la vagina mientras la mujer esta recostada. La ecografía es un estudio de bajo riesgo que emite ondas sonoras mediante el transductor. No hay evidencia científica que demuestre que la realización de estudio como parte de un control periódico reduzca la mortalidad por cáncer de endometrio o por cáncer de ovario. Existe el riesgo potencial de estudios posteriores innecesarios que pueden incluir biopsias e histeroscopías. La ecografía transvaginal puede ser solicitada ante un sangrado anormal.
Los marcadores tumorales son determinaciones de laboratorio que se realizan a través de un análisis de sangre. Los marcadores para cáncer de ovario no deben ser solicitados como parte del control de salud, ni solos ni acompañados de la ecografía transvaginal. No existe evidencia que haya demostrado que su solicitud reduzca la mortalidad por esta patología.
La realización de estudios mamarios (incluyendo la mamografía) en mujeres menores de 40 años con riesgo habitual no ha sido recomendada por ninguna entidad científica, debido a que la ausencia de evidencia que demuestre un beneficio, los riesgos de estudios posteriores y sobretratamiento (tratamientos innecesarios), y a la baja incidencia de cáncer de mama en este grupo etario.
El dosaje de vitamina D se realiza mediante un análisis de sangre y en los últimos años se ha ido incorporando a los controles de rutina, sin embargo no hay un consenso sobre cuál es el valor que pueda ser considerado normal en la población. Al mismo tiempo se le ha atribuido a la vitamina D ciertos beneficios sobre la reducción de riesgo cardiovascular, caídas, mortalidad, fracturas, y mejoría del tono muscular sin embargo existe evidencia de que estos riesgos no se han modificado con la incorporación de esta vitamina. No existe evidencia que avale la solicitud de dosaje de vitamina D en la población adulta sana, y de ser estudiada, no está claro cuál sería el valor normal a alcanzar, ni por cuánto tiempo debiera realizarse la suplementación, el control y el seguimiento. El principal riesgo es el económico, y crear una falsa idea de estar previniendo algo.
La densitometría ósea es un estudio que determina la fortaleza del hueso a través de rayos X dirigidos habitualmente a la cadera, la columna y el antebrazo. Es un estudio indoloro y de bajo riesgo. Se recomienda en mujeres postmenopáusicas mayores de 65 años, dado que no se ha encontrado un beneficio claro de su realización a menor edad dado que el riesgo de fractura aumenta con la edad. Algunas mujeres con riesgo elevado de fracturas por uno o más de los siguientes factores de riesgo como el uso de corticoides prolongados, fracturas previas, consumo de tabaco y alcohol, delgadez con índice de masa corporal menor de 20, pueden ser evaluadas por sus médicos y requerir, si se considera, la realización de una densitometría a edades más tempranas.
El riesgo de realizar densitometrías en mujeres sanas por debajo de los 65 años puede implicar la solicitud de múltiples estudios de seguimiento y control, así como la incorporación de medicación innecesaria.