Guía de la Organización Mundial de la Salud sobre el uso y las indicaciones de las terapias con péptido similar al glucagón-1 (GLP-1) para el tratamiento de la obesidad en adultos

Escrito por Karin Kopitowski

La OMS publicó su primera guía global sobre el uso de terapias GLP-1 para el tratamiento de la obesidad en adultos, un documento muy esperado por los países que ya enfrentan una creciente demanda de estos fármacos. El texto parte de una premisa central: la obesidad es una enfermedad crónica y recidivante que requiere cuidado de por vida y, por lo tanto, no puede abordarse con intervenciones aisladas. En ese marco, los GLP-1 se presentan como una herramienta potente, pero deben insertarse en un ecosistema mucho más amplio que combine prevención, tratamiento integral y políticas públicas.

La guía recomienda el uso a largo plazo de las terapias GLP-1 en adultos que viven con obesidad. “Largo plazo” adopta la definición regulatoria actual de seis meses o más de tratamiento continuo. La OMS revisó la evidencia disponible sobre liraglutida, semaglutida y tirzepatida, pero el panel de expertos optó por tratarlas como una clase terapéutica, destacando beneficios consistentes en la pérdida de peso y la mejoría de múltiples desenlaces metabólicos. La recomendación es condicional, con certeza moderada, fundamentalmente por la falta de datos robustos de muy largo plazo, la incertidumbre acerca de estrategias de titulación, mantenimiento y discontinuación, y el impacto del alto costo y la disponibilidad limitada en la capacidad real de los sistemas de salud para ofrecer estos tratamientos de manera equitativa.

La segunda recomendación aborda el papel de la terapia conductual intensiva (IBT – Intensive Behavioral Therapy). Para la OMS, quienes reciben GLP-1 deberían contar también con un acompañamiento estructurado que incluya metas de actividad física y de alimentación, sesiones semanales de consejería y monitoreo con regularidad. Aunque la evidencia sobre el valor agregado de la IBT es de baja certeza, el panel considera que integra un enfoque clínico multimodal que favorece el sostenimiento de los beneficios y se ajusta a un modelo de cuidado centrado en la persona. La recomendación es también condicional.

Uno de los ejes principales de la guía es la equidad. La OMS subraya que, aun en el escenario de producción máxima proyectada, solo habría disponibilidad de GLP-1 para alrededor de 100 millones de personas, lo que equivale a menos del 10% de quienes viven con obesidad en el mundo. Es un recordatorio de que el acceso actual está determinado por factores económicos y geopolíticos más que por la necesidad clínica. La guía propone estrategias de ampliación del acceso, como la producción genérica, las licencias voluntarias, la manufactura local, los precios escalonados y las compras consolidadas, especialmente de cara al próximo vencimiento de algunas patentes. El desarrollo de formulaciones orales también podría mejorar la accesibilidad al simplificar la producción y la logística.

La OMS señala que el uso clínico de estos fármacos debería integrarse en plataformas de atención crónica basadas en atención primaria, con equipos capacitados, sistemas de derivación, registros de pacientes, cadenas de suministro robustas y apoyo digital para seguimiento y adherencia. Este enfoque es coherente con la reciente inclusión de GLP-1 en la Lista Modelo de Medicamentos Esenciales para un subgrupo de personas con obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular o renal establecida, lo que confirma que la organización prioriza a quienes tienen mayor riesgo de eventos graves.

El documento también anticipa la agenda futura. La próxima fase del grupo desarrollador se centrará en definir un marco de priorización explícito para determinar quiénes deberían recibir GLP-1 primero en contextos de escasez. El objetivo es identificar los grados de severidad, las comorbilidades relevantes y el probable impacto en los desenlaces clínicos para orientar decisiones más justas. También se avanzará en el análisis de costo-efectividad, en estrategias de inicio, mantenimiento y discontinuación, y en el rol de intervenciones como la nutrición terapéutica, “food as medicine” o la cirugía bariátrica dentro de algoritmos más amplios.

Para quienes trabajamos en medicina familiar y en atención primaria, la guía refuerza varios puntos. La obesidad es una enfermedad crónica que requiere un abordaje longitudinal y centrado en la persona. El acceso a GLP-1 está atravesado por enormes inequidades y no puede quedar sujeto a la capacidad de pago de cada individuo. La medicalización aislada no resolverá el problema: sin transformaciones estructurales en los sistemas alimentarios, los entornos urbanos, las desigualdades socioeconómicas y los marcos regulatorios, la curva de obesidad no se modificará. Pero el “momento GLP-1” sí puede ser un catalizador para fortalecer la atención primaria, mejorar la prevención de comorbilidades y avanzar hacia un ecosistema más integrado y justo.

Las terapias GLP-1, entonces, no son el final del camino sino el punto de partida para repensar el abordaje global de la obesidad. La guía de la OMS es el primer paso de un proceso que evolucionará en 2026 con nuevas definiciones sobre priorización y estrategias de implementación.

Referencias: Celletti F, Farrar J, De Regil L. World Health Organization Guideline on the Use and Indications of Glucagon-Like Peptide-1 Therapies for the Treatment of Obesity in Adults. JAMA. Published online December 1, 2025. doi:10.1001/jama.2025.24288

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