¡Buen día!
- ¿Por qué seguimos hablando del “pico de presión”?
- ¿Una pastilla para eliminar los piojos?
- ¿Chau al ventolín®?
- ¿La medicina preventiva trabaja sobre la singularidad o sobre la universalidad?
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- ¿Por qué seguimos hablando del “pico de presión”?
Desde hace ya varios años, el concepto de urgencia hipertensiva y su manejo han venido discutiéndose en la literatura médica. Es habitual que muchas personas de mediana edad se tomen la presión arterial cuando se sienten estresadas, o les duele la cabeza, o tienen mareos, o se sienten mal, y que, si está elevada, se asusten y vayan a una guardia. Allí, los tratarán mayormente bajo el típico protocolo de manejo de la “urgencia hipertensiva”. De hecho, se calcula que este diagnóstico representa el 30% de los motivos de consulta en los centros de urgencias.
Desde el punto de vista “técnico”, la urgencia hipertensiva se define como la elevación aguda de la presión arterial por encima de 180 mmHg de sistólica o de 110 mmHg de diastólica, independientemente de que haya o no síntomas. Y, en tal sentido, en la mayoría de las guardias a estos pacientes se los evalúa y se los trata con la premisa de que la urgencia hipertensiva representa un peligro y que es perentorio bajarles la presión en esa instancia.
Sin embargo, tanto el manejo como el propio concepto de urgencia hipertensiva están en revisión ya que esta entidad no representa un peligro inminente. Por lo tanto, hoy se considera que la gran mayoría de los pacientes que tienen una elevación aguda de la presión arterial no tendrían que acudir a una guardia sino que deberían consultar en forma programada y sin prisa con su médico de cabecera para que este defina la conducta a seguir. Esta postura también implica educar a la población general y al personal de salud acerca del mito del “pico hipertensivo”, lo que podría determinar que se deje de relacionar a la elevación aguda de la presión arterial con el temor a la muerte o a un evento cardiovascular inminente.
Para profundizar acerca de este tema recomendamos este artículo, donde los autores ofrecen estrategias prácticas de abordaje de estos pacientes.
2. ¿Una pastilla para eliminar los piojos?
La consulta por piojos es muy frecuente y, si bien no se trata de una “enfermedad” en el sentido de algo peligroso o grave, no deja de ser una preocupación para los padres, los docentes y una molestia para los chicos y las mujeres (que son los grupos poblacionales más afectados).
Desde hace algunos años contamos con un fármaco, la ivermectina, que se toma por vía oral, en una única toma de 0.2 mg/kg, disponible para personas que tengan un peso mayor a 15 kg. El fármaco es muy eficaz para matar a los piojos pero, como no mata a las liendres, es preciso repetir la toma a los diez días.
Contar con un fármaco por vía oral, bastante económico, eficaz y bien tolerado, es muy útil ya que las lociones pediculicidas y ovicidas suelen ser engorrosas de utilizar. Igualmente, la erradicación de los piojos en las casas y en los centros educativos no es fácil porque, por más que se tome ivermectina, la reinfestación suele ser la regla y, por eso, la recomendación de usar el peine fino frecuentemente sigue siendo fundamental.
Para los lectores interesados en este tema y en el manejo en general de la pediculosis recomendamos este texto.
3. ¿Chau al ventolín®?
La mayoría de las personas que tienen síntomas leves y esporádicos de asma y que utilizan algún fármaco para aliviarlos acuden a los agonistas beta dos de acción corta (broncodilatadores). De estos, el más conocido y usado es el salbutamol (la marca comercial “ventolín®” ya es un clásico). Esta modalidad de uso de los broncodilatadores se basa en el paradigma de pensar al asma como una enfermedad “obstructiva”, mientras que hoy sabemos que, además de la obstrucción, y no solo además sino primordialmente, esta entidad es un cuadro “inflamatorio”.
Desde esta perspectiva, tenemos que pensar que quien llega a obstruirse es porque tiene, previamente, inflamación de la vía aérea. Esto determina que la mayoría de las recomendaciones actuales para el manejo del asma leve y/o intermitente propongan utilizar corticoides inhalatorios (buscando un efecto antiinflamatorio) asociados con broncodilatadores de acción larga. (Una de las asociaciones más utilizadas, tanto en forma de puff como en polvo, es la de budesonida con formoterol).
¿Esto implica que el ventolín® ya no se usa más? No es tan así, ya que puede usarse para reforzar la broncodilatación, sobre todo debido a que es potente y rápido; sin embargo, ya no está recomendado como tratamiento único por las razones que ya explicamos. Y, como siempre: tampoco deberíamos tomar este cambio como una máxima inquebrantable.
Para los lectores interesados en el tratamiento del asma recomendamos este texto.
4. ¿La medicina preventiva trabaja sobre la singularidad o sobre la universalidad?
Me llamo Gonzalo, tengo 50 años y mi médico me acaba de ofrecer que me haga una videocolonoscopía. Le pregunté si me lo estaba ofreciendo por algo relacionado con mi persona y me dijo que se trataba de una recomendación general para disminuir las muertes por cáncer de colon. También me dijo que lo que me atañe a mí es lo singular pero que la medicina toma sus decisiones a partir de lo poblacional (también creo que dijo lo universal). Pensé, entonces, que yo soy una persona (singularidad) y que los 250 mil hombres de 50 años que viven en la Argentina son una población (universalidad).
Ahora bien. Quienes trabajamos en medicina preventiva nos enfrentamos cotidianamente, en nuestro consultorio, a un “cruce” muy complejo entre lo singular y lo universal y, aunque sabemos que es difícil llevar esta complejidad a la práctica, no dejamos de intentarlo.
Volviendo al caso de Gonzalo, nosotros sabemos, desde la universalidad (que no es otra cosa que la ciencia), que para evitar una muerte por cáncer de colon es preciso que mil personas similares a Gonzalo se realicen una videocolonoscopia. Sin embargo, sobrevuela una pregunta. ¿Hay personas de una determinada edad o sexo que podrían beneficiarse más de una intervención preventiva que otras? Es decir, ¿podríamos “aflojar”, aunque sea un poco, con la universalidad cuando hacemos prevención, y acercarnos a la singularidad? Este desafío forma parte de este “cruce” y determina que intentemos que cada consulta pueda acercarse a un “traje a medida”. Por otra parte, además de todo el trabajo que puede hacer un médico para adaptar las premisas universales a la singularidad de cada paciente, tomando en cuenta su contexto y sus valores y creencias, también desde la ciencia se está encarando este desafío bajo el término: “prevención de precisión”.
Es un tema apasionante e invitamos a los lectores interesados a leer este texto.
¡¡Hasta la próxima!!