El sobrepeso y la obesidad infantil afecta hoy a más de la tercera parte de la población mundial infantil. Si bien existen múltiples modelos de abordaje para ofrecer solución a las familias con niños con este problema, los programas para manejo de la obesidad son considerados hoy el gold standard de tratamiento. Esta estrategia consiste en ofrecer a los pacientes y sus familias el abordaje por un equipo formado por múltiples especialistas, que ofrecerán información a niños y padres sobre alimentación, dietas, actividad física, evaluación de problemas de conducta, etc.
Pero dichos programas cuentan con muchas debilidades. En primer lugar no son fáciles de encontrar, muy pocas instituciones cuentan con ellos, sobretodo en nuestro medio. Es muy difícil que las familias quieran participar en forma prolongada, porque además son caros, y en general los familiares no se adhieren a las indicaciones para adultos, porque consideran que las intervenciones deben ser practicadas solo por los niños.
En esta oportunidad les comentamos un trabajo realizado en San Diego, durante 2011-2015, en el que enrolaron a 150 familias con niños obesos de entre 8 a 12 años, y los randomizaron a participar de dos ramas:
FBT: la rama familiar, en la que padres e hijos recibían toda la intervención. Versus,
PBT: la rama parental, en la que la intervención era aplicada, sólo, sobre los padres de los niños obesos, mientras los niños no participaban.
El objetivo fue determinar si el abordaje en el grupo PBT consigue descenso de peso en los niños, sin diferencias con relación a la rama FBT luego de 24 meses de seguimiento.
Se randomizaban hacia cualquiera de los dos grupos, recibirían 20 encuentros de una hora a lo largo de 6 meses, en los que participarían padres y niños del grupo FBT, pero solo los padres del grupo PBT. Además todos los que debieron hacer las charlas grupales, tuvieron 30 minutos más sobre evaluación de la conducta alimentaria.
Los resultados principales fueron el peso, BMI y z BMI de los niños a los 6, 12 y 18 meses posteriores a finalizado el tratamiento. Entre los outcomes secundarios evaluaban los mismos valores antropométricos de los padres, las calorías ingeridas, la intensidad y minutos de actividad física, y sobre la conducta alimentaria.
El resultado fue muy favorable, no hubo diferencias en la partcipación de cualquiera de los dos grupos, midiendo cada uno de los resultados primarios o secundarios, tanto a los 6, 12 o 18 meses de seguimiento. Y los autores concluyen que este modelo podrá ser viable como alternativa para el abordaje de este problema tan complejo de manejar.
Este es el primer estudio que evalúa la “no inferioridad” de dos programas de seguimiento prolongado. Y los autores se terminan preguntando, ¿porqué los niños que no participan mejoran también? La hipótesis podría ser porque los padres del grupo FBT, al participar de la intervención junto a sus hijos, le ponen menos energía a la educación y control del niño con relación a la alimentación y deportes, se relajarían otorgando la responsabilidad completa a los profesionales que coordinan la intrevención, a diferencia de los padres del grupo PBT, quienes se hacen cargo por completo de transmitir las intervenciones a sus hijos, y por lo tanto serían más activos en los controles.
Si les interesa mucho el tema, les recomiendo la lectura completa. Les dejo la cita:
Effect of Attendance of the Child on Body Weight, Energy Intake, and Physical Activity in Childhood Obesity Treatment A Randomized Clinical Trial.
Kerri N. Boutelle, PhD; Kyung E. Rhee, MD, MSc, MA; June Liang, PhD; Abby Braden, PhD; Jennifer Douglas, PhD;
David Strong, PhD; Cheryl L. Rock, PhD, RD; Denise E. Wilfley, PhD; Leonard H. Epstein, PhD; Scott J. Crow, MD.
JAMA Pediatr. 2017;171(7):622-628. doi:10.1001/jamapediatrics.2017.0651 Published online May 30, 2017.
Dr .Diego Terceiro
Hospital Italiano de Bs As
Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria