Llevándonos con gentileza

Poder llevarnos con gentileza es, muchas veces, un desafío cotidiano.

Estamos acostumbrados a exigirnos para lograr metas que nos propusimos y, otras veces, para lograr lo que creemos que los demás esperan de nosotros.

Pero ¿cómo nos tratamos mientras intentamos conseguir aquello por lo que luchamos? ¿Qué nos decimos cuándo nos hablamos internamente con nosotros mismos?

Si prestamos atención podemos descubrir que, frente a nuestros errores, muchas veces, nos decimos cosas que no le diríamos a nadie y menos con tanta efusividad.

¿Por qué podemos ser tan desamorados con nosotros mismos? ¿Acaso no es sanador cuando un amigo nos muestra todo el esfuerzo que hemos realizado para llegar a ser quiénes somos? ¿Acaso no es maravilloso dar cuenta de los pasos que vamos dando con esfuerzo y tenacidad y poder ver nuestros logros? ¿Por qué no podemos ser buenos amigos nuestros? ¿Por qué vivimos en una cultura en la que a veces solemos ser nuestro principal verdugo?

Cultivar el amor propio es cultivar el amor hacia uno mismo, no de una manera egoísta, nada más lejano, sino de una manera generosa, porque no se puede dar lo que no se tiene.

Cultivar el amor hacia uno mismo es entender que hacemos nuestro mayor esfuerzo por ser nuestras mejores versiones y que si no lo logramos es porque todavía no podemos, pero sí podemos seguir trabajando en ello. Es entender que tenemos muchos dones, pero también muchas miserias. Es aceptar que somos idóneos en muchas cosas y en muchas otras aún no, y que quizás en algunos aspectos nunca lo seamos. Es poder vernos con nuestras luces y con nuestras sombras porque solo siendo conscientes de nuestros límites vamos a poder correrlos.

Estar atentos a qué nos decimos y cómo nos tratamos es practicar el respeto propio y la autoternura, y si detectamos que nos des–tratamos, poder empezar a hacerlo bien, con gentileza será otro desafío. Esto no quiere decir aceptarnos todo y que todo aquello que hacemos está bien, por el contrario, es poder ver todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos, pero, aun así, tratarlo como un tesoro, porque recién cuando podamos abrazar nuestras partes oscuras vamos a poder iluminarlas y dejarlas atrás, mientras las sigamos ocultando o “barriendo debajo de la alfombra” no van a poder ser transformadas.

Conocernos en profundidad es un viaje maravilloso y transformador que dura toda la vida y mientras hacemos nuestro propio viaje podemos acompañar, estar disponibles para otros de una manera gentil y amorosa.

En nuestra profesión todas las técnicas que sepamos son importantísimas, pero siempre debemos recordar que el vínculo es una herramienta muy poderosa y que uno va a dar aquello que haya cultivado en su interior.

Si cultivamos gentileza, vamos a poder darla y más sanadores serán nuestros vínculos.

Compartimos el video de la actividad llevada adelante en la Jornada de actualización de PROFAM.

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