Las estaciones tienen características propias que influyen directamente sobre los seres del planeta, entre ellos, nosotros, los humanos.

En las grandes ciudades quizás sufrimos menos la inclemencia del tiempo porque la tecnología recrea un ambiente más confortable y nos aleja de las temperaturas extremas. No obstante, nuestro cuerpo, producto de la unión de miles (bah, millones!) de personas que nos precedieron para poder existir hoy, hace que la era de la tecnología parezca un suspiro si la comparamos con el tiempo que el hombre lleva sobre la tierra.

Desde ese punto de vista, podríamos pensar que una sabiduría intuitiva se transmite por generaciones y que, en cada estación (primavera, verano, otoño, invierno), nos encontramos con oportunidades de las cuales aprender. A grandes rasgos y a modo de metáfora, podemos pensar que el otoño es un momento para soltar las “viejas hojas” y que el vacío que sigue, el invierno, es un tiempo para prepararnos para florecer a nuevos proyectos en la primavera que llega.

Esta metáfora es simplemente una excusa para reflexionar… para detenernos unos minutos y pensar, buscar nuestras propias hojas viejas y secas, y prepararnos, hacer espacio para los brotes nuevos.

Te invitamos a que te detengas un minuto a reflexionar:

¿Tenés hojas viejas que soltar? ¿Cuáles?

¿Para qué nuevos proyectos deseas hacer espacio en tu vida?

Te dejamos un link con música para que te acompañe mientras lo pensás.

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